lunes, 15 de agosto de 2011

Debo recordarte con el nombre entero. No hay sobrenombres. Debo recordar cada letra en su lugar, y nombrarte, en las voces altas de mi adentro. Partiendo las migajas hasta el cansancio, hasta que ya no exista nada parecido a pan. Pero tu nombre siempre entero, siempre eterno. Grabado en mí, en cada letra de mi yo sobreexpuesto a tu dulzura enfermante, enferma, a tu dulzura agria del dolor y de lo llano. Las ansias inventadas de ser feliz, de sonreír, mientras sos cómodo en la tristeza.
Tu nombre entero, sì, nada de sobrenombres para vos, tan pequeño, tan exacto, tan incorrecto. Para que no te pierdas en mi memoria, para que no naufragues, que llegues intacto al final y aùn màs allà. Màs allà.

miércoles, 27 de julio de 2011

Estás en tu tierra, acorralada. Y se te van desnudando solos los pies mientras te preguntan a dónde, ahora que no hay suelo. Y tu cuerpo, mi cuerpo, sus uñas, su dedo gordo y su talón van a saltar hacia el vacío, para que quedemos sólo nosotros acá, solos. Para poder quitarnos las ropas sin incomodidades, ahora caen solas al suelo y no se detienen y siguen hacia abajo y Dios sabe si llegarán a la china o se irán más allá del espacio, o no, o la tierra es plana y se caerán nuestras ropas del gran cuadrado para taparle las fauces a dos tortugas gigantes, y nosotros más arriba, riéndonos en nuestros oídos y perpetuando ese silencio que hace doler de bienestar. Porque sí, porque es así, porque jesú lo quiso así, el momento de comprender nuestra superación arde adentro, adentro, adentro, adentro, taaan adentro. Y ahora la acidez va fluyendo por nuestros besos y se mueven nuestros centímetros encrispados y ahuyan tus soledades en mi nuca, para que no me olvide de tus partes. Y vamos colisionándonos y aprendiendo de los choques, vamos aprendiendo a entrar adentro del otro y ay!, sí. Y ya ni nos acordamos de dónde podrían haber quedado nuestras ropas, ya ni nos acordamos de que nuestros cuerpos y tu pie con sus uñas y su gordo y su talón se sacrificaron por nuestro amor. Pero no, no es amor, es sólo una estúpida sensación, sensación sentida en lo más sensacional del sentimiento, pero estúpida al fin aunque nos asuste tanto, y nos crezca tanto el pecho, y nos duela tanto, y nos alegre tanto y nos destruya tanto, y nos acicale así, hasta rasparnos las pieles y continuando hasta llegar a los músculos y así a todos los órganos, y los huesos, y la médula, y me desangro.
Heredé la salvia de sus palmas.
Y me arrugué hasta que no se entendió ya mi cara.
Ejercí sobre las tinieblas la más poética venganza.
Eso soy, rastrojos y mugre acumulada, tierra que avanza.
Irritadas las mañanas sobre los bancos. Vacíos de impulsos y llenos a rebalsar de eufemismo. Cómo las palabras circulan al rededor sin penetrar en los cueros. Cae la redundancia esgrimiendo hasta el último instante su perpetuo quehacer. Nadie sabe cómo sería ser parte de todo ésto habiéndolo escogido.
Seré viento y meceré las hojas de los álamos y de cansancio me desnudaré en tu rosa extasiada. Desvirgando los lamentos iré tomando mis propios tiempos, acrecentando la marea con el alba y perpetuando la hipocresía de las palomas. Seré cupido y seré marmota, seré la excitación que recorre ahora tus venas, seré aguacero y seré un simplísimo plumero. Seré la cansina luz que te anda iluminando por estas horas, donde no se entiende mucho por que se sigue despierto o porque uno ya se ha despertado. Seré tu epidermis para guardar mi tacto, poder recorrerte cada noche por ser vos, y seré palmera que sostenga la embestida. Acariciaré mis propias terminales y me levantaré victoriosa en cada anhelo. Congregación en tu espera, yo, el viento y mis otros yos, que no caiga el tiempo.
Mientras giraba iluminada por la luna amarilla le cantaban las luciérnagas. Resplandecía. Irradiaba la energía del cosmos entero y filosofeaban enteras sus mitocondrias. Paz, plenitud. Pero ¿a dónde irá después? Cuando se acaben las palabras para callar...Será eterna y será hermosa. Preciosa hasta la muela de juicio. No importa cómo se sucedan los sucesos, irradiará toda la ternura que le falta al sol.Y yo estaré ahí, siempre capaz de mirarla.
Vamos a estrangular nuestros juramentos y elevarnos por los cielos. Como si fuésemos bandadas de linternas iluminando las vaginas de las hembras. Haciendo parir desde adentro los azotes que crisparán el ego y escupiendo la verdad que jamás surgirá. De lo interno al externo surgiendo las masas se nutre mi raza y me extingo, violenta, sin dar crédito a lo que haya alrededor.